Y ahora de repente y de la nada, te echo de menos. Han pasado casi dos años y bueno, la soledad de la habitación de al lado se ha vuelto una rutina, el vacío lo he ido llenando de trastos, de un par de recuerdos y de evasión. Pero te hablo y a veces te noto ausente y me faltas. Pero qué más da. Será que todo es acostumbrarse pero no puedo remediar recriminarte de vez en cuando porque eres tú y porque te necesito cerca. No me llames. Trae tu voz hasta mis oídos a través del aire.
Sé tú misma y teje tu propia vida. Téjela sin seguir pautas marcadas e impuestas. Pero no olvides un hilo enredado de esta lana, por favor.
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