El Manifiesto

"Un clavo saca otro clavo"

No creo que "un clavo saque otro clavo", pues sin una fuerza externa, digamos, los sentimientos, no hay posibilidad física de que esto ocurra. Metaforizando, si una relación termina, no por empezar otra distinta, se va a esfumar lo que hay dentro de ti de la otra relación. Es decir, sin sentimientos, no se borran sentimientos.

Digamos que X quiere a Y pero no están juntos. Si viene Z y se involucra con X, hasta que X no deje de sentir por Y o hasta que no sienta por Z, no se olvidará de Y.

Entonces, es lógico decir que no es cierto que "un clavo saca otro clavo" hasta que nacen otros sentimientos (o en un caso más extremo, hasta que desaparecen). Si los supuestos clavos que toda la vida nos han dicho que son personas fuesen sentimientos, entonces sí tendría sentido la frase. O una de dos, o los que inventaron este dicho no pensaron más allá y se quedaron en la superficie, o el ser humano distorsiona las cosas y de generación en generación se han substituido sentimientos por materia.


Carpe Diem

(Me lo reservo para otro día)


Esa palabra: LIBERTAD

La libertad se halla en la rutina, simplemente hay que saber saborearla. Bueno, cabe decir que no solamente en la rutina, pero en gran número de ocasiones (y teniendo en cuenta que la rutina ocupa la mayoría de nuestro tiempo), sí. Hay instantes en los que aun haciendo lo que se nos impone, podemos sentirnos libres. ¿Nunca os habéis sentido libres trabajando? ¿Nunca habéis sentido libertad en una clase impartida por el típico profesor dictatorial? Yo creo que sí, eh... Es el hecho de trabajar en lo que a ti te gusta o el hecho de hablarle al compañero en vez de escuchar al profesor. Eso, creo que es libertad. ¿Qué me dices del cigarro de después de comer? Tal vez es que podemos imponer como rutina algo que se supone es libertad. Aunque bueno, el cigarro de después de comer puede acabar siendo la peor de nuestras ataduras: un vicio.

Volviendo a lo anterior y metaforizando un poco. La rutina son las barras de nuestra celda pero lo que ocurre dentro de dicha celda, es totalmente libre. Dentro de la celda hay libertad. El simple hecho de poder imaginar lo que hay fuera de la cárcel nos hace libres, siempre y en todas partes.

El encanto de beberte un sorbo de libertad a diario sin tener que modificar gran cosa, tiene mérito. Y de acuerdo con todo esto y teniendo en cuenta que hay tantos puntos de vista sobre el tema como personas en el mundo, ¿La libertad existe o la creamos?


Una canción triste

La tristeza no existe por sí sola, se crea. En uno de esos malos días en que todo es gris, la música acompaña con el mismo tono. ¿Por qué? Hay varias respuesta: porque apetece escuchar algo que combine con el estado de ánimo, porque nos compadecemos de la letra, porque una canción alegre resalta nuestra tristeza, etc... Pero como siempre y como casi todo, el estado de ánimo va arraigado a la mente.

El poder de la mente.

La tristeza es un fenómeno que se relaciona con la melancolía y la melancolía va ligada en la mayoría de casos a la nostalgia, que no es nada más ni nada menos que el esfuerzo de la mente por recordar el pasado. Por lo tanto, todo vuelve a la mente. El poder de la mente. Con esto se puede establecer que uno está triste porque se deja estarlo.

Además, la tristeza es una forma de darle la atención que pide el ego. Cuando uno llora desenfrenadamente y se ahoga en ese charco de lágrimas, halla cierto placer en ello. Es el placer de complacer al ego, de centrar la atención en uno mismo.

Es por esto que la tristeza no tiene por qué tener un adjetivo peyorativo. La tristeza no es más que un estado de ánimo como muchos otros que lo que hace es mimar al ego.


De la diferencia se aprende

La diferencia rompe con los límites de la sabiduría. Si el mundo fuese homogéneo, poco tendríamos que aprender. Por suerte, no lo es. Es más, llega a ser todo lo contrario, porque incluso donde se intenta homogeneizar, se halla la diferencia.

Algunos le temen a aquello que es distinto. De ahí nace el racismo, la homofobia, la xenofobia... Es la incultura de no saber ir más allá. No saber ver que aquello diferente puede complementar aquello que es conocido.

Es bastante lógico y sencillo pero aún así, hay quien no sabe verlo. Pongamos que yo conozco unas tradiciones extranjeras, escucho música en inglés, optó por coger el coche, escribo lo que sueño, llevo un par de heridas tatuadas en la piel y tengo un tejano que guarda mil historias. Tú, con lo tuyo y desconociendo todo lo que llevo conmigo, llegas para contarme sobre la cultura que compartimos, enseñarme canciones en catalán o castellano, me llevas a caminar un rato tras perderte los detalles mirando por la ventanilla del coche, escuchas mis sueños compartiendo algunos de los tuyos, tratas de curar mis heridas con consejos que no cicatrizaron las tuyas y me cuentas la historia detrás de un número. Compartiendo sólo eso, ya tenemos el doble de lo que teníamos.

Conociendo cada historia, aumenta el conocimiento. Aumenta el valor de lo que sabemos. En todo hay alguna diferencia. La clave es saberla distinguir y aproximarte lo máximo posible para conocerla a fondo. Y así, ser un poco más sabio cada día.


Soñar y soñar y anhelar el sueño para soñar.

En sueños es en el único lugar en que puedes llegar a ser quien no pensarías ser. Es el sitio donde alcanzas lo inalcanzable, haces realidad momentáneamente

Por eso anhelo soñar... Porque me permite desaparecer a un mundo donde controlo sin control, donde la mente acaba por superarme, donde la realidad se distorsiona y me pierde. Y perdiéndome llego a lugares que se quedaron en el pasado, que ya no están.. Descubro sitios nuevos, conozco como jamás llegaré a conocer en la realidad. Es fácil descifrar una mirada pero a la misma vez, es más complejo actuar. Es esa sensación... Esa sensación de tener el control y notar como el sueño se hace con él.


Hic et nunc

Sentir mucho y a muchas horas. Con intensidad. Cada instante. Apreciar una canción y la brisa acariciándote la piel. Sentir un sentimiento. Notar el humo encharcarte los pulmones. Sentir el sol quemarte por dentro y sentir el beso que te hidrata la sed. Tocar con las manos el cielo. Navegar a contracorriente y seguir. Seguir sintiendo una y otra vez. Notar el peso de tus pies sobre la tierra.

Aquí y ahora. Siempre. Sin olvidarte de vivir. Sin olvidar que cada paso es uno hacia delante y nunca hacia atrás, porque lo que se quedó atrás no volverá, se quedará en el pasado y si vuelve, se repetirá de forma diferente.

No vuelven las palabras ni lo escrito se lee igual. Por eso, siente mucho y a muchas horas. Con intensidad. Cada instante.


La paradoja de los sueños 

Los sueños a veces nos dan una patada que nos hace chocar con la realidad [por eso hay noches en las que prefiero no soñar (sobretodo las noches en que me siento fuerte)]. Claro, los sueños son ese mundo inconsciente que creamos a partir de deseos reprimidos, de experiencias pasadas y experiencias que nos preparan para el futuro, pero a veces son demasiado sublimes.

Soñar que una ola sale de la playa y se adentra en el mar y que alguien la surfea. Soñar que subes una escalera y que de la nada, ya no sabes subirla. Gran paranoia, ¿no? Despiertas y la vida y es mucho más sencilla. Qué decepción...

Soñar con personas. Soñar que están cerca, que te hablan a dos centímetros de la boca o te susurran al oído. Soñar que están en tu cama. Despertarte sonriendo y sin abrir los ojos, buscar entre las sábanas y con ese gesto aparece una arruga en la frente que yo llamo Frustración. 


Amor.

Creo que a veces estamos destinados a querer a alguien pero no a estar con esa persona. Un día me dijeron que si dos personas se querían, debían luchar por hacer que su relación funcionase. No me lo creí. También me dijeron que enamorarse no era algo mutuo. No me lo creí. En ocasiones oigo que "querer es poder". No me lo creo.

Desconozco el amor. Desconozco el "estar enamorado". Desconozco la estabilidad. Pero sé muy bien de lo que hablo cuando hablo de sentimientos, porque los siento. Por eso repito que creo que a veces estamos destinados a querer a alguien pero no a estar con esa persona.

 Cuando dos personas se quieren y la cosa no acaba de funcionar, no creo que se deba nadar contracorriente porque la naturaleza es sabia y siempre gana. No es cuestión de tirar la toalla, es cuestión de aceptarlo y saber vivir con esa astilla clavada que cada vez que la miras evoca las ganas de querer. Habrá momentos en que se juntarán los dos ríos en un desvió y de ahí la pasión. Habrá otros en que las palabras hablen y de ahí los sentimientos. Y después habrá momentos llenos de miradas, de susurros,  de besos, de descansos, de roce... y de ahí el quererse en silencio.

Siempre quererse. Lo demás viene después; se queda en segundo plano.
Siempre quererse, incluso sin querer.
Siempre quererse. Sin esperar más que eso. 


Quan una cosa no t'agrada, ignora-la

Si, aquesta entrada va en català perquè sorgeix d'una conversa amb una noia que no li cap el cor al cos i que s'estima molt aquesta llengua. Doncs si, si quelcom no t'agrada, ignora'l. A ser possible, suprimeix-lo.

A la vida ens trobem amb moltes situacions les quals no ens agraden. Potser és un comentari que ens fa mal o simplement un e-mail que ens recorda una penalització. En tal cas, val més ignorar que no ofuscar-se.

Davant d'altres situacions potser és difícil ignorar o suprimir. Llavors, el que has de fer es treure-li un somriure a una cara trista. Si no t'agrada veure la preocupació d'algú, fes-li despreocupar-se. Si no t'agrada el mal geni, procura ser simpàtic. Si et disgusta una llàgrima, fes una carícia que la sequi. Si et fa mal el passat o el present, pensa en el futur.

Si rius, riuran. Posa-li bona cara a la vida i te la retornarà. I torno al principi, oblida el que fa mal i omple't del que t'omple.


El principio de contradicción

La vida es contradicción. Y estoy abierta a que me contradigan.

Pero es que a diario es ser serio y no serlo. Es decir que no y que sí. Cada hora un pensamiento y otro que pueden o no contradecirse, pero son distintos. Luego está el estado de ánimo: estar bien, estar mal. Querer y olvidar. Perderse y encontrar. Reír un rato, llorar una horas.

Será que hay quien es lo suficiente maduro como para no contradecirse pero por ahora, yo me establezco en ese principio y en la incoherencia también. Le encuentro cierto encanto a ambas. ¿Qué sentido tendrían las cosas si no hubiese un concepto de incoherencia? Y ¿qué argumento sería de fiar si no se pudiese contradecir un poco? No existiría la opinión. Sin opinión, no hay puntos de vista. Y sin puntos de vista no hay diversidad.

Puede que haya a quien no le guste, pero tal vez es que simplemente no saben verle su lado positivo. El amor surge de los puntos de vista contrarios. La amistad se basa en el respeto de estos. Nuestro pensamiento puede contradecir la lección del profesor.

Cada hora: contradicción. El paso del tiempo contradice a la vida. La seriedad a la sonrisa. Los argumentos en sí, las noticias en el telediario, las palabras y la vida.

Torres más altas han caído contradiciéndose.


El arte de metaforizar 

Metaforizar la vida y una vez hecha la metáfora: imaginártela. 

No nos engañemos, nuestra historia no es más que un conjunto de metáforas que utilizamos para hacer más vivaz el cuento. También cabe decir que la metáfora es una herramienta imprescindible a la hora de simplificar las cosas y así, comprenderlas.

Pongamos la metáfora del mechero: El amor es como un mechero. Uno no sabe si prenderá fuego si no lo prueba primero. En cambio, si intenta encenderlo, cabrá la posibilidad de que salte una chispa o todo lo contrario. Es una forma sencilla de entender las relaciones (que luego se lleve a cabo, es otra cosa). Luego tenemos la clásica metáfora de la vida: La vida es un libro abierto y tú su autor y protagonista. A lo largo del camino irás escribiendo tu historia con cada paso. Otra no tan clásica es la de los intermitentes: Tienes dos opciones, dejar los intermitentes puestos y quedarte tal cual donde estás o quitarlos y tal vez descubrir algo que te sorprenderá. También tenemos la de la gota que colma el vaso. Después están los diamantes que resbalan por el rostro o la sombra del sol.

Una vez hecha la metáfora: imaginártela. Cuando uno piensa en el amor y coge un mechero y se piensa el arriesgar por la chispa y lo hace o lo deja de hacer, ha puesto el amor en un objeto tan simple como ese. Pero ese objeto y ese gesto tan simple han aclarado algo que posiblemente te estaba dando más de un dolor de cabeza. Y pensando que has puesto esa gran decisión en ese insignificante gesto, ¿no te ríes? El libro es un poco más simple y llano, pero claro, es un clásico. En este caso uno deja de pensar en la magnitud de su vida y todo lo que en ella acontecerá y se imagina un manejable libro. Así, la vida parece un poco más sencilla y da un poco menos de miedo vivirla. La del intermitente también lo hace todo más simple; o te has cansado del paisaje y quieres otro nuevo, o te apetece echar un cigarro apreciando lo que tienes delante con toda la calma del mundo.

El hecho de metaforizar la vida y una vez hecha la metáfora: imaginártela es simplemente una forma de mirar la vida desde otra perspectiva y de transformar las grandes decisiones en pequeños gestos. Quitarles un poco de peso sin llegar a jugar a cara o cruz. Simplificar lo insimplificable.


La competición por competir

 Este afán que tenemos por competir en la sociedad; escalar (pisando si hace falta) por llegar a una cima inexistente. Es la constante competición entre unos y otros por ser mejores, por destacar, por llegar más alto que el que viene detrás. ¿Tan importante es el reconocimiento de la sociedad? 

Estas palabras salen de una persona bastante competitiva. Con el tiempo este personaje se ha dado cuenta de que la única competición que vale es la que tienes contigo mismo; esa lucha entre lo que te gusta de ti y lo que te disgusta, para hacerte mejor persona. Se ha dado cuenta de que el reconocimiento de la sociedad no vale nada mientras no te reconozcas tú, pues si no te reconoces, no eres. También se ha dado cuenta de que la competitividad, al igual que la comparación, son un mal que padece la sociedad. No es que comparar sea malo, pero hay tipos de comparación.

Es utópico, lo sé. Idealista: también. Pero creo que llegar a la cima es la autodestrucción porque en la cúspide sólo hay lugar para uno y todos luchan por ese lugar. Cuando llegues allí, ya habrá otro en camino, y cuando él llegue, tú te caerás.


Al mal tiempo, buena música

Al mal tiempo, buena música. Truena y diluvia, pon una buena canción, un CD que te motive, el Spotify al volumen máximo, y a falta de dispositivos de reproducción de música: que la lluvia suene al ritmo de una canción en tu cabeza. El mal tiempo no debe privarte de nada y menos aún de escuchar esa melodía que tanto te fascina.

Las tormentas pasan. La lluvia cesa en su caída. Los truenos dejan de rugir. Los rayos se quedan sin carga eléctrica.

Puedes dejar que la lluvia te empape o empaparte de lluvia.
Puedes dejar que el rayo te parta o partirte con su luz.
Puedes dejar que el trueno te aterre o gritar con él.
Puedes dejar que la tormenta te pueda o poder tú con ella y seguir.

Así que, yatusabe, al mal tiempo, buena música. Buena la melodía en tu cabeza, buena la canción en el coche o en el metro, bueno el ritmo cuando andas bajo aquello que nos da vida, el agua. Buena la letra de la canción que escribas.

Y claro, buena cara.

 


No me gusta pero no hago nada

En nuestra sociedad nos encontramos a diario con quejas, con preocupaciones, con críticas múltiples. Oímos un "qué asco de política" o un "tengo demasiado trabajo, no voy a poder con ello". Yo planteo un reto: preguntémonos y preguntemos a los demás "¿qué haces al respecto?" después de oír una queja o preocupación. Estoy segura de que en la mayoría de casos nos responderemos un "nada" y recibiremos más de un "no sé" por parte de otros. Y es que la sociedad se ha contagiado de esto, se ha impregnado de ello.

No hace demasiado que Ortega y Gasset nos dejó escrita una frase que se convirtió en filosofía: "no te preocupes, ocúpate". Sigo creyendo que estaba en lo cierto, no vale la pena llenarse de estrés y sufrir por aquello que has de hacer, mejor deja de pensarlo y ponte a ello (seguro que lo tendrás hecho en mucho menos de lo que te esperabas).

La política es otro caso aparte... Nos da asco la política existente, nos produce repugnancia, nos defrauda a diario. Pero por alguna razón, somos conformistas y la mayoría no hacemos nada para cambiarlo. Aplaudo a aquellas iniciativas como Democracia Real Ya que se han impulsado para movilizar a las masas descontentas y acabar con el conformismo y el pasivismo. Basta ya! Lo decimos poco y nos quejamos demasiado. Iniciativa. Eso parece ser lo que nos falta. Pero si no la vamos a tener, entonces no seamos tan hipócritas de criticar, no seamos tan conformistas de decir que sí cuando pensamos que no.

Tal vez no nos iría mal preguntarnos de vez en cuando qué hacemos ante aquello que nos disgusta. Tal vez de este modo rechazaríamos los "nada" y "no sé" y optaríamos por sustituirlos por una respuesta válida, por una iniciativa propia o colectiva. Tal vez así nos movilizaríamos más y dejaríamos el conformismo atrás. Tal vez... 

5 comentarios:

tylerdurden dijo...

Y yo, por eso, sigo buscando pastillas para no soñar, porque, una vez te despiertas del sueño, empieza la pesadilla de ver que nada es ni será como quisieras que fuera.

Anna Josa dijo...

sooooooooooof és preciós!!!:D
m'agrada molt l'optimisme que desprèn tota aquest text. que guai que escriguis així. carry on ;)

Sofía N. dijo...

La cuestión no es ofuscarse con el sueño que no es realidad, la cuestión es mirarlo de lejos, sonreírle por ser creación propia y pensar que si eres capaz de crear tal sueño, eres capaz de mucho más.

Sí, es muy utópico, pero la vida es bastante utópica día a día por mucho que veamos la imposibilidad de la utopía.

Las pastillas para no soñar son el sueño en sí mismo.

tylerdurden dijo...

Llegará el día en que te pida cuentas por inspiración...
Hasta que ese día llegue, sigue escribiendo así de bien!

Sofía N. dijo...

Aiii... Duende del suuur!! Aiiii Ai ai... Del suuur...