Cielo,
Tú siempre dándole luz a la tierra. Eres el sol y la luna. Lo abarcas todo. Ya llevamos un buen tiempo juntos pero no quiero que te vayas, al menos no por una temporada. Hemos tenido nuestras diferencias y, últimamente, no me porto demasiado bien contigo. Te molesta el humo y yo no hago nada al respecto. En estos años no he hecho más que herirte. Todo empezó el día en que quise irme de viaje por la vía marítima. Te dejé atrás, y aunque tú estás en todas partes, mi viaje te ensució un poco el traje. Después mi capricho fue dejar de caminar. Quería que otra fuerza me llevase. Te retaba en la carrera y en todas partes te hallaba. Pero te atropellé lentamente y ahora quedan las marcas. Más adelante se me ocurrió acercarme un poco más a ti, pero no con el alma. Dicen que el roce hace el cariño, pero yo te rocé de cerca y lo único que conseguí fue arañarte la piel. Perdóname. Y perdona mi hipocresía.
De aquel tiempo a aquí, puedo decir que todo ha cambiado mucho, pero tú sigues estando. Sigues existiendo porque sin ti, yo ceso de existencia. Sigues abrazándome en las noches de frío. Sigues dándome calor en días de hastío. Y luego vienes oscuro y nublado, sin previo aviso. Sin decir palabra, me muestras todo lo que soy y todo lo que me rodea. Entonces me doy cuenta de que te tengo muy lejos, de que eres casi inalcanzable y de que no tengo nada. Y con tu rugido, me gritas. Nos gritamos los dos en una pelea sin fin. Lo admito, muchos días huyo. Pero también he de decir que muchos otros me enfrento a ti y te dejo mojarme con tus lágrimas que se mezclan con las mías, y te grito en respuesta y me respondes de vuelta. Se apodera de nosotros la ira y nuestra relación parece callejón sin salida.
En una batalla perdida, o huyo o me desmorono. En todo caso, tú eres más sensato que yo y paras un rato. Dejas de llorar para secarme las lágrimas del rostro con una caricia al viento. Tienes ese don de robarme la mirada para arrancarme una sonrisa. Sin que yo sea capaz de dejar este entorno gris que se apodera de mí, tú te deshaces de las nubes y te conviertes en calor. Eres el sol. Eres la luna. Cielo, ya no quiero más peleas. Pero si es así de la única forma que me dejarás ver la mejor parte de ti, ese sol que te reservas, entonces adelante, que continúe esta contienda.
Sinceramente,
Sofía Nogués
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