One might think that you only get scarred when you're young. But it's not fully like that.
Sorprende ver que a veces las heridas, aún habiendo cicatrizado, arden un poquito. Se te irrita la piel y miras esa cicatriz con pánico porque invade un miedo que susurra "se va a volver a abrir", aunque obviamente sabes que no es así.
Cuando te das un golpe, duele un rato pero se pasa y, generalmente, no vuelve a doler. Apenas recuerdas el lugar donde te golpeaste. Cuando tienes un accidente en coche (siempre que sea semi-leve), recuerdas el lugar y cuando pasas pones en marcha todos los sentidos pero al cabo del tiempo, se convierte en una rutina inconsciente. En cambio, cuando algo duele dentro, cicatriza, se cura, pero cualquier mínima pista que se relacione a la herida, la reabre un poquito. Lo peor no es la fisura en la piel... Lo peor es el pánico.
Las horas pasan más lentas. La preocupación (in)fundada se va haciendo contigo. Lentamente. Entonces intentas evitarlo todo y en el proceso de evitar, sucede lo contrario. Vas recordando. Lentamente. Porque un día, esto mismo precedió al día que se abrió una herida. Y había los mismos protagonistas.
Pero hoy no es ese día y a pesar de ser los mismos protagonistas, no son las mismas personas.
So, let go. Don't look at the scars, don't feel the pain in the mind. Avoid it - but, for real. And let the logic in your brain for once travel to your heart.
1 comentario:
Touché. Cuando se reabre una herida el dolor es insoportable, tanto que ojalá fuera físico. A veces incluso le añadimos unas gotas de dolor físico para que el psicológico pase más desapercibido. Totalmente de acuerdo con que a la mínima pista, vuelve. Lo peor de que vuelva es volver a pasar por esa famosa caída de fichas de dominó sólo porque al viento (ni siquiera lo has provocado tú) le haya dado la gana de rozar la primera ficha de la serie. Es un proceso puramente emocional que necesita de la lógica para que el dolor se pase. Pero es absurdo, porque aunque analicemos con detalle por qué las fichas están colocadas de esa forma, a esa distancia, cuál precede a cuál y quién las colocó, es decir, cuál es el engranaje de sentimientos pasados que nos ha provocado los de ahora y el desencadenante de esos sentimientos (remontándonos a tiempos pasados), nunca llegaremos a pensar un sentimiento, de la misma forma que no podemos sentir un pensamiento. Simplemente, pertenecen a planos de la realidad diferentes. Si al alcohólico siempre le quedará de su adicción algo crónico, creo que ese dolor nunca se apagará del todo. El sentimiento está ahí aunque tratemos de evitarlo y en su simple aceptación puede que esté la clave de la liberación. Porque entonces no te quedas atrapada en el dolor sino que a partir y desde él sigues adelante con tu vida y tus ilusiones, centrándote en lo bueno y sacándole partido a tus puntos fuertes.
Creo que todo se reduce a gestionar las emociones... Ojalá en los colegios se gastaran las energías en implantar asignaturas sobre eso en vez de en debates de si ahora pongo religión, ahora no.
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