Me ha sorprendido ver que las niñas de catorce/quince años siguen planteándose dónde acaba la vida y qué hay después de ella. Yo ya pensaba que en mi generación sólo quedábamos un par de tarados que pensábamos esas cosas tan ancestrales, pero al parecer sigue habiendo un poco de profundidad en el mundo.
Y, ¿qué hay más allá de la vida? Nos lo acabábamos preguntando las dos tras una reflexión suya relacionada con la expansión del mundo. Yo decía que la vida es verdaderamente efímera y ella me contestaba que no, que simplemente no tiene sentido porque caemos en el olvido. Es curioso, nunca le había dado demasiada importancia a ese abismo. Otra vez la nada. Ella cerraba los ojos y me decía: "imagino la muerte como si fuese semejante a cerrar los ojos... sólo ves negro y no tiene ni principio ni final". Sí, quizás sea así. O quizás sea blanco.
- ¿Y si muere nuestro cuerpo pero vive nuestro espíritu?
Ya está, ya la había liado otra vez. Entonces pasamos a hablar de espíritus, de su existencia y.... mejor aún: del poder de la mente. A veces explicas algo. Lo haces con un poco de convicción y un tanto más de valentía: "creo que cuando piensas en alguien, esa persona está pensando en ti". Ejemplifico (siempre ayuda a dar credibilidad a los argumentos). Pienso: ahora viene cuando me tachan de loca pero, sorprendentemente, me dicen (ahora se ha sumado la pequeña) que también lo creen.
Y después de unos cuantos sorbos de surrealismo, de locura y de teorías sin respuesta, volvemos a la redacción.... "and he achieved his life-time dream".
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