12.6.11

Me voy dando cuenta lentamente de que ya no sé llorar sin más en un vagón del metro, ya sólo dispongo de lágrimas en la soledad de una almohada empapada. Me voy dando cuenta de que soy más fuerte, mientras me voy rompiendo por dentro. De que sé pintar una sonrisa donde se esconde la más fina línea de unos labios insensibles que se han secado con el tiempo. Soy consciente de que no soy nada más que el pasajero susurro del viento que suaviza la memoria del calor o congela e irrita al corazón. Y sin saber demasiado y recogiendo los pedazos del camino, me encuentro en una lucha constante entre sentimiento y razón. Y nunca sé quién gana. Pero siempre sé quién se lleva la medalla.

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