30.5.11

Más Palabras de añejo blanco Havana Club

Corazón,
¿Qué me pides con tu palpitar incesante?


Un juego que daña el corazón.


La princesa se pasó la vida dándoles besos a las ranas creyendo, ingenua, en el mito. Y cuando apareció el príncipe azul, ya no la quiso por promiscua.


Permíteme rayarte la piel.


Sin decir nada me gritas en silencio.


1 comentario:

tylerdurden dijo...

Son sapos (o sapas) y no ranas de donde salen los príncipes (o princesas) azules.