11.5.11

Crónica de un día extraño

Hay días claros y otros oscuros. Hay días alegres, simpáticos y hay días amargos. Hay días leves y días cargados. Hay días frescos y espesos. Hay días buenos, hay días malos. Y luego hay días extraños.

Son las 7:00 y suena un despertador. 7:15 y suena otro menos agradable. 7:20 - ¡calla ya! ya me levanto a apagarte, pesado... Café. Con leche pero amargo. La luz que entra a las ocho de la mañana es más fresca que la de las diez o las once. Un artículo, otro y luego nada. Puestos a no hacer nada, me haré la comida. Salgo de casa. Buena música, buena luz, buena hora. Las 11 y algo, pero no sé qué algo. En una gasolinera un CD de Bob Marley, un camionero simpático y una llamada. La canción que suena me recuerda que quiero irme de esta ciudad un tiempo. Que quiero vivir en el extranjero. Entonces planeo una serie de pasos que no daré: encontraré trabajo, me iré un tiempo, tal vez no acabaré la carrera... De vuelta a la realidad, la canción que suena me hace sonreír, me hace vivir, me hace sentir la Felicidad. Llego a la facultad. Mala noticia, causa de que los trenes no circulen con regularidad. Cuando uno oye malas noticias se replantea un poco su vida, pero curiosamente, yo lo estaba haciendo minutos antes: ¿casualidad o coincidencia? Día extraño. Vuelvo a reforzar interiormente mi argumento de que le temo más a la vida que no a la muerte, pues la vida te depara mucho más dolor que no el no saber de la muerte. Pasan las horas. Aparento estudiar pero se me escapan las palabras que leo. Definitivamente no me concentro. Después lo de siempre. Una vez más. A ser posible por última vez porque por alguna razón duele. Y entonces otra conclusión un tanto más original: sólo sé que no sé nada. Un examen que te roba toda esperanza y unas respuestas que te hacen sentir un tanto inútil. Llega el final del día. Ese día extraño. Ese día que empieza radiante, con buena luz y que tiene un atardecer tenue pero de un color agradable. Ese día en el que el equipo de tu ciudad gana. Ese día en el que todo ha salido de otra forma. Y claro, como todo día extraño, termina con un golpe en el codo y un repentino mareo a causa del sueño y del exceso de cafeína en la sangre.

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