Me jode admitir que todos llevan razón menos yo. Me duele pensar que me aferro a mis verdades sin ver que hay otras allí fuera. Que tienen razón cuando dicen que sí, que no. ¿Y mi verdad? Mi verdad no es más que puro sueño porque se han hecho de mí sin darme cuenta alguna. Gotas... Gotas de rubia y caladas de cigarrillo. El momento: efímero. Aquí no hay vuelta atrás. Sigo caminando por el camino del que me desvié y por mucho que procure no desviarme, sé que en la vida, el placer se halla en los desvíos. Sigo hacia adelante mirando atrás y pronunciando palabras con las que me contradigo. Pero la diferencia está en que acepto. Acepto cada instante tal cual llega. Lo acepto y aunque lo cuestiono, dejo de hacerme preguntas. Sé que ahora toca esto para que llegue aquello; que desconozco.
Le doy un mordisco fuerte al viento con un poco de rabia, con un poco de impotencia porque sé que no le dejaré marca. Y no le siento. Sólo siento el impacto de mis dientes chocar con fuerza. Sale por las cavidades sin más, dejando una sensación fría que me cala (soy demasiado sensible; padezco de sensibilidad dental). Y entonces me giro y me voy porque he vuelto a perder una batalla contra la naturaleza.
Y ¿qué me dices de los calambres?
Me iré un rato: me evadiré unas horas evadiendo a los demás, embriagando a mentes sencillas que sólo piensan en la noche que tienen por delante y otras que tratan de olvidar, matando unas cuantas neuronas a un coste elevado. Me iré un rato y volveré y se me echarán encima las paredes y notaré la soledad de mi cama y me abrazaré a la almohada porque yo soy fuerte.
Amanezco con ilusiones que se van difuminando con las horas y desaparecen con la oscuridad de la noche. Pero adoro la oscuridad. Me encanta no ver y por ello tener que sentir. Guiarme por la voz. Guiarme por el tacto. Sin pronunciar palabra. Me encanta.
Saldré de aquí a unas horas. Ya conozco el camino, pero tal vez me pierdo; me suelo perder. Pero perderse no tiene porque significar perder. Llegaré por donde siempre o viendo nuevos paisajes. Pero llegaré.
Me reto a mi misma queriendo retarme a retarte.
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