30.3.11


Cuando llevas más de nueve horas en un mismo lugar, cuando estás oyendo algo que ni tan siquiera entiendes, te empiezas a cuestionar si realmente es aquí dónde quieres estar. Dar un salto en el tiempo o dejar de lado la cobardía. Pero entonces empiezas a darte cuenta de que es parte del juego, de la vida. Un juego en el que dudas constantemente si jugar a todo o nada. Las reglas no parecen estar establecidas. Se arriesga en cada instante. Y la adrenalina te recorre el cuerpo cuando te juegas una carta que no sabes si te hará perder o ganar, pero te la juegas. Y sigues jugando porque la partida no parece tener un final. Entonces, mientras miras tus cartas y recuerdas aquella que escondes en la manga, dices: ¿Me lo juego todo?

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