14.3.11
Continué caminando y me quedé mirando esa casa desde lo lejos. Las ventanas estaban cerradas pero por entre las persianas, me observaba. La puerta se había despintado y la cerradura se había dilatado con el tiempo. No soy tan fuerte como para pulirle el óxido y abrir. Así que me fui. Tras tocar a un timbre que no emitía sonido alguno, me fui. ¿Estaba sorda o no grité lo suficiente cuando tiré la última piedra? "¡Ábreme!" Fui caminando lentamente, intentando no mirar atrás, pero notaba su mirada clavada en mí. Me giré y vi como se giraba para evitar mis ojos. Estaba oscuro tras las barras, pero yo veía más allá. A medida que caminaba, la casa se hacía más pequeña. La fachada abandonada, ya no imponía. Las tejas rotas, el árido jardín... Miré hacia atrás otra vez y no soporté pensar en la cárcel que le suponía. Pero yo ya toqué al timbre. Ya grité en silencio y lancé la última piedra. No obtuve respuesta. Desde lo lejos, la casa no invitaba a entrar y de cerca era imposible de penetrar.
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