Sé que no habrá nada pero igualmente opto por mirar por la ventana. Lucho contra el reflejo de las luces de dentro y me encuentro con otras mil fuera que brillan por sí solas. El cielo está oscuro mientras avanzo contra el tiempo y con él. Nunca había visto un cielo negro vestido de diamantes. Parece que pueda tocarlos pero sólo puedo acariciarlos con la mirada. Estoy en medio de la nada y rodeada de tanto. Entonces se me ocurre buscar una entre un millón que se esté escapando. Insisto en la búsqueda y cuando creo que la confusión está consiguiendo engañarme, aparece ella, huyendo entre las demás, dejando un ligero rastro al pasar. En lo que sus huellas desaparecen tras de sí, pido un deseo cerca del cielo, en medio de la nada y rodeada de tanto.
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