Tiene unos ojos color del mar que te hablan con sinceridad y dicen que es intrínseca dentro de su sencillez. Son el color de un mar que uno no sabe determinar. Lo más cercano lo he encontrado entre el Mediterráneo y el Pácifico. Siempre depende del día pero siempre tiene algo de mágico mirar al mar cuando es de ese color. La nariz la tiene menuda y redondeada. El contorno de su rostro no es agresivo ni brusco sino más bien suave como la caricia imaginaria que lo traza con suavidad al mirarla. Los labios posan sobre una barbilla semicircular algo marcada. Son tiernos, de un color rosado parecido al color del cielo cuando el sol ya se ha escondido por detrás de las montañas. Es vivo e intenso pero a la vez pasa desapercibido. Las líneas superiores que dibuja son finas, perfectas, como dibujadas con regla. El labio inferior: una luna creciente vista desde otras latitudes. En sus labios se podrían hayar fórmulas matemáticas que expliquen la perfección de esa geometría. Y siempre rodeando ese dulce rostro, una melena despistada color tierra seca. Aunque liso desde la raíz, siempre se le ondula un poco a la altura de la boca y no deja su rebeldía hasta tocar su pecho. Es un cabello duro y difícil de domar pero brilla cuando le toca el sol y baila ligeramente con naturalidad cuando la brisa lo saca a la pista. Se desliza suave por su cuello pálido y puro en el que sólo se pueden observar un par de pecas que resaltan sobre la tersidad de un camino largo y tranquilo.
Cuando camina, te invita a girar la mirada hacia ella pero sólo si tienes ganas de bailar y sientes una fuerte atracción por la determinación. Ella camina pausado pero segura de cada paso. Al menos eso aparenta hasta que consigues desnudarla y entonces su vulnerabilidad acaba de enamorarte. Con su caminar pausado despierta una brisa que te invita a bailar siguiendo sus pasos. Llena de vida siempre. Quieres irte a vivir esa aventura con ella.
Si se gira casualmente para encontrar tu rostro y le resultas lo suficientemente familiar como para que decida impunemente lanzarte un guiño, entonces ya estás perdido. Porque cuando guiña, se para el tiempo. Porque guiña lento y lo hace con una sonrisa entera (y eterna). Entonces tu tímida reacción es bajar la mirada y te encuentras con esa boca... esos labios geométricos que rozan la perfección acompañados de una sonrisa atractiva... y el conjunto es un juego de seducción imposible de esquivar. La quieres. La quieres tuya en ese preciso momento. Quieres hacer que esa sonrisa se funda en un beso.
Pero no será así hasta un mayo más tarde que finalmente lo conseguirás.
Pero no será así hasta un mayo más tarde que finalmente lo conseguirás.